Cómo la muerte de un amigo hizo que adolescentes de Colorado se volvieran activistas contra las sobredosis
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Gavinn McKinney amaba las zapatillas Nike, los fuegos artificiales y el sushi. Estudiaba Potawatomi, uno de los idiomas de sus ancestros nativos americanos. Le encantaba cargar a su sobrina y oler su aroma de bebé. En su cumpleaños número 15, el adolescente de Durango, Colorado, pasó una tarde fría de diciembre cortando leña para ayudar a vecinos que no podían pagar para tener calefacción en sus hogares.
McKinney casi llegó a su cumpleaños 16. Murió a causa de envenenamiento por fentanilo en casa de un amigo en diciembre de 2021. Sus amigos dicen que era la primera vez que probaba drogas duras.
A su servicio fue tanta gente que algunos tuvieron que quedarse fuera de la funeraria.
Ahora, sus compañeros están tratando de cimentar el legado de su amigo en una ley estatal. Recientemente testificaron ante legisladores estatales en apoyo a un proyecto de ley que ayudaron a redactar para asegurar que los estudiantes puedan llevar naloxona consigo en todo momento sin miedo a que sea confiscada o a ser sancionados.
Los distritos escolares tienden a tener políticas estrictas sobre medicamentos. Sin un permiso especial, los estudiantes de Colorado ni siquiera pueden llevar sus propias medicinas de emergencia, como un inhalador, y no se les permite compartirlas con otros.
“Nos dimos cuenta de que realmente podríamos lograr un cambio si nos esforzábamos de corazón”, dijo Niko Peterson, estudiante de último año en Animas High School en Durango y uno de los amigos de McKinney que ayudó a escribir el proyecto de ley. “Ser proactivo en lugar no hacer nada va a ser la mejor solución posible”.
Algunos distritos escolares o condados en California, Maryland y en otros lugares tienen reglas que permiten expresamente a los estudiantes de secundaria llevar naloxona. Pero Jon Woodruff, abogado gerente en la Legislative Analysis and Public Policy Association, dijo que no estaba al tanto de ninguna ley estatal como la que está considerando Colorado. La organización de Woodruff, que tiene su sede en Washington, DC, investiga y redacta borradores de proyectos legislativos sobre el uso de drogas.
La naloxona es un antagonista de los opioides que puede revertir una sobredosis. Disponible sin receta como un aerosol nasal, se la considera una protagonista clave en el freno a la epidemia de sobredosis por su uso en emergencias, pero solo una herramienta en una estrategia de prevención. (La gente a menudo se refiere a la naloxona como “Narcan”, uno de los nombres de marca más reconocibles, similar a lo que pasa con los pañuelos desechables, a los que, independientemente de su marca, se los llama “Kleenex”.)
El año pasado, la administración Biden respaldó una campaña publicitaria que alentaba a los jóvenes a llevar consigo el medicamento de emergencia.
Las leyes de acceso a la naloxona en la mayoría de los estados protegen a los buenos samaritanos, incluidos los jóvenes, de la responsabilidad si dañan accidentalmente a alguien mientras administran naloxona.
Pero sin políticas escolares que la permitan explícitamente, la capacidad de los estudiantes para llevar naloxona a clase queda en un área gris.
En 2022, Ryan Christoff trabajaba en Centaurus High School en Lafayette, Colorado, adonde también estudiaba una de sus hijas. En septiembre de ese año, sus compañeros de trabajo le confiscaron la naloxona a una compañera de clase de su hija.
“Ella no tenía nada más que el Narcan consigo, y se lo quitaron”, dijo Christoff, quien le había proporcionado el Narcan confiscado a esa estudiante y a muchos otros después que su hija casi muriera por envenenamiento por fentanilo. “Deberíamos querer que cada estudiante lo lleve consigo”.
Randy Barber, vocero del Distrito Escolar del Valle de Boulder, dijo que el incidente “fue un caso aislado y desde entonces hemos trabajado para asegurarnos de que las enfermeras estén alertas”. El distrito ahora anima a todos a considerar llevar naloxona, dijo.
La devastación de una comunidad se transforma en acción
En Durango, la muerte de McKinney golpeó duro a la comunidad.
Los amigos y familiares del joven dijeron que no consumía drogas duras. La única sustancia a la que era “adicto” era la salsa picante Tapatío, incluso llevaba un poco en el bolsillo a los juegos de los Rockies.
Después de la muerte de McKinney, la gente comenzó a hacerse tatuajes de la frase por la que era conocido, que estaba estampada en su sudadera favorita: “El amor es la cura”. Incluso algunos de sus profesores se la tatuaron.
Pero fueron los compañeros de clase, junto con sus amigos de otra escuela secundaria de la ciudad, quienes convirtieron su pérdida en un movimiento político. “Estamos haciendo que las cosas sucedan en su nombre”, dijo Peterson.
La tasa de mortalidad por envenenamiento a causa del fentanilo ha aumentado en los últimos años, con más de 1,500 niños y adolescentes en el país muertos el mismo año que McKinney.
La mayoría de los jóvenes que mueren por sobredosis no tienen antecedentes conocidos de consumo de opioides, y muchos de ellos probablemente pensaron que estaban tomando opioides recetados como OxyContin o Percocet, no las píldoras falsas recetadas que contienen cada vez más una dosis letal de fentanilo.
“Lo más probable es que el grupo más grande de adolescentes que están muriendo sean realmente adolescentes que están experimentando, en lugar de adolescentes que tienen un trastorno de uso de opioides de larga data”, observó Joseph Friedman, investigador de uso de sustancias en UCLA, a quien le gustaría ver que las escuelas proporcionen una educación precisa sobre drogas falsificadas, como con el plan de estudios Safety First de Stanford.
Permitir a los estudiantes llevar un medicamento de bajo riesgo que salva vidas es, en muchos aspectos, lo mínimo que las escuelas pueden hacer, dijo Friedman.
“Yo argumentaría que lo que las escuelas deberían estar haciendo es identificar a los adolescentes de alto riesgo y darles el Narcan para llevarlo a casa y enseñarles por qué es importante”, dijo Friedman.
En un artículo en The New England Journal of Medicine, Friedman identificó a Colorado como un área crítica para las muertes por sobredosis en adolescentes de secundaria, con una tasa de mortalidad de más del doble que la del país de 2020 a 2022.
“Cada vez más, el fentanilo se vende en forma de píldoras, y esto está sucediendo en gran medida en el Oeste”, dijo Friedman. “Creo que la crisis de sobredosis en adolescentes es un resultado directo de eso”.
Si los legisladores de Colorado aprueban el proyecto de ley, “creo que es un paso realmente importante”, dijo Ju Nyeong Park, profesor asistente de medicina en la Universidad Brown, quien dirige un grupo de investigación centrado en cómo prevenir las sobredosis. “Espero que la Legislatura de Colorado lo haga y que también otros estados sigan el ejemplo”.
Park dijo que los programas integrales para analizar drogas en busca de contaminantes peligrosos, un mejor acceso a tratamientos basados en evidencia para adolescentes que desarrollan un trastorno por uso de sustancias, y la promoción de herramientas de reducción de daños también son importantes.
“Por ejemplo, hay una línea directa nacional llamada Never Use Alone (Nunca Uses Solo) a la que cualquiera puede llamar de manera anónima para ser supervisado de forma remota en caso de emergencia”, dijo.
Tomando el asunto en sus propias manos
Muchos distritos escolares de Colorado están capacitando al personal en cómo administrar naloxona y la tienen en las instalaciones escolares a través de un programa que les permite adquirirla del estado a poco o ningún costo.
Pero para Peterson y otros estudiantes de secundaria del área, fue claro que tener naloxona en la escuela no era suficiente, especialmente en lugares rurales. “Los profesores que están capacitados para usar Narcan no van a estar en las fiestas en donde los estudiantes consumen drogas”, dijo.
Y no es suficiente esperar que los adolescentes la tengan en casa.
“No va a ser útil si está en la casa de alguien a 20 minutos fuera de la ciudad. Será útil si está en su mochila siempre”, dijo Zoe Ramsey, otra amiga de McKinney y estudiante de último año en Animas High School.
Pero estudiantes del área, y administradores escolares, no estaban seguros: ¿Los estudiantes podrían meterse en problemas por llevar el antagonista de opioides en sus mochilas, o por dárselo a amigos? ¿Podría una escuela o distrito ser considerado responsable si algo saliera mal?
“Nos informaron que estaba en contra de las reglas llevar naloxona, y especialmente distribuirla”, dijo Ilias “Leo” Stritikus, quien se graduó de Durango High School el año pasado.
Ilias, junto con Ramsey y Peterson, ayudaron a formar el grupo Students Against Overdose. Juntos, convencieron a Animas, que es una escuela autónoma, y al distrito escolar cercano, de cambiar las normas. Ahora, con el permiso de los padres, y después de recibir capacitación sobre cómo administrarla, los estudiantes pueden llevar naloxona en las instalaciones escolares.
Karla Sluis, vocera del Distrito Escolar 9-R de Durango, dijo que al menos 45 estudiantes han completado la capacitación. Los distritos escolares en otras partes del país también han determinado que es importante clarificar sobre la capacidad de los estudiantes para llevar naloxona.
“Queremos ser parte de salvar vidas”, dijo Smita Malhotra, directora médica principal del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles en California.
El condado de Los Ángeles tuvo uno de los recuentos de muertes por sobredosis en adolescentes más altos que cualquier otro condado del país: de 2020 a 2022, murieron 111 adolescentes de 14 a 18 años.
Uno de ellos fue un joven de 15 años que murió en un baño de su escuela por envenenamiento por fentanilo. Desde entonces, el distrito de Malhotra ha actualizado su política sobre naloxona para permitir que los estudiantes la lleven y la administren.
“Todos los estudiantes pueden llevar naloxona en nuestros campus escolares sin enfrentar ninguna disciplina”, dijo Malhotra. Agregó que el distrito también está fortaleciendo el apoyo entre pares y organizando sesiones educativas para familias y estudiantes.
Las Escuelas Públicas del Condado de Montgomery en Maryland tomaron un enfoque similar. El personal escolar tuvo que administrar naloxona 18 veces durante el transcurso de un año escolar, y cinco estudiantes murieron a lo largo de un semestre.
Cuando el distrito organizó foros comunitarios sobre el tema, Patricia Kapunan, la oficial médica del distrito, dijo: “Los estudiantes fueron muy elocuentes sobre querer acceso a la naloxona. Es muy poco probable que un estudiante lleve algo en su mochila que piense que podría causarle problemas”.
Entonces, también, clarificó su política. Mientras tanto, los medios de comunicación locales informaron que estudiantes de secundaria encontraron a un joven desmayado, con los labios morados, en el baño de un McDonald’s enfrente de su escuela, y usaron Narcan para revivirlo. Fue durante el almuerzo en un día de escuela.
“Narcan no es nuestro camino para salir de la crisis de uso de opioides”, dijo Kapunan. “Pero fue crítico usarlo primero. Como conocer el número 911”. Ahora, con el apoyo del distrito y del departamento de salud del condado, los estudiantes están capacitando a otros estudiantes sobre cómo administrar naloxona. Jackson Taylor, uno de los estudiantes entrenadores, estimó que, un sábado reciente, capacitaron a unos 200 en el transcurso de tres horas.
“Fue increíble, un paso hacia la solución del problema”, dijo Taylor.
Cada aprendiz se fue con dos dosis de naloxona.
Esta historia fue producida por KFF Health News, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.
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